Como un efecto dominó, el cierre de la planta de Whirlpool de Pilar comenzó a jaquear a otras empresas del distrito.
Por ejemplo, la firma de logística Translog, que prestaba servicios de logística para Whirlpool, finalizó sus operaciones en el Parque Industrial y desvinculó a casi la totalidad de sus empleados: 17 de 20. Los otros tres fueron trasladados a un centro de operaciones que Translog tiene en Tigre.
Translog llegó a Pilar en octubre de 2022, justamente al mismo tiempo que abrió sus puertas Whirlpool, en Fátima.
Su centro de distribución, de 15 mil metros cuadrados, estaba dedicado exclusivamente despachar los productos de línea blanca, especialmente lavarropas, fabricados por la multinacional.
Desde esa base se abastecía a cadenas de electrodomésticos e hipermercados de todo el país.
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De hecho, en las épocas de mayor demanda, llegaron a mover hasta 80 mil piezas por día.
La salida de Translog se suma a la situación otra empresa: Novax. La firma ubicada en el Parque Industrial producía piezas plásticas para los lavarropas de Whirlpool.
La situación llevó a Novax a evaluar el achique del plantel del personal, que actualmente cuenta con 38 personas.
Efecto cadena
El cierre de Whirlpool, que empleaba a 220 trabajadores, se concretó de un día para el otro.
La empresa adujo que la caída en las ventas y la apertura de importaciones hizo que la actividad de la firma sea inviable.
Los ahora extrabajadores comenzaron a recibir los telegramas de despidos, al tiempo que se negocia una indemnización por encima de lo que indica el convenio colectivo de trabajo, ya que al ser una planta nueva, la mayoría del personal tenía apenas 3 años de antigüedad.
El derrame negativo no se detiene ahí. Hay otras empresas proveedoras de servicios que también se vieron sumamente perjudicadas por el cierre de la empresa Whirlpool.
En lo que va del año, se perdieron al menos en Pilar 1.500 puestos de trabajo, ya que a los de la empresa línea blanca se le suman el cierre total de la planta ILVA, que dejó a 300 trabajadores en la calle.
La multinacional Kimberly-Clark, que producía toallitas húmedas y protectores diarios para marcas como Huggies, cerró sin previo aviso su planta y trasladó la actividad a su establecimiento en San Luis, sumando otros 220 cesanteados.
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Lo mismo ocurrió con la multinacional Kenvue -ex Johnson & Johnson, propietaria de marcas de consumo masivo como Siempre Libre, Carefree, Johnson’s Baby y Listerine, que dejó de fabricar productos en su planta de Fátima.
No sólo despidió a 130 sino que anunció la importación de productos desde Brasil. Esta compañía de productos de higiene femenina supo tener 1600 operarios años atrás y hoy quedaron alrededor de 30.
A los días de que se conociera el cierre de ILVA, otra compañía decidió bajar la persiana también en Pilar: se trató de Magnera, una firma de Estados Unidos especializada en insumos industriales, que dejó de funcionar y se desprendió en el año a unas 160 personas.
A los despidos ya mencionados se dan otros por goteo, o incluso en empresas donde se adelantan vacaciones y se suspende personal, y otras que pagan sus salarios en cuotas. Allí aparecen FV, Akapol (pegamentos), FARA (ladrillos) laboratorios Sidus, o la avícola Tres Arroyos, que desde hace casi un año paga los salarios en tres y hasta cuatro cuotas.
