La usamos permanentemente para conectarnos, para ir a nuestros trabajos, llevar los chicos a la escuela, o la transitamos en nuestros momentos de ocio.
Subir a la Panamericana, forma parte de la rutina diaria de muchos pilarenses y si bien muchas veces nos da algunos dolores de cabeza por su intenso caudal y otras tantas quedamos atascados, nos da la posibilidad de unir los puntos tan distantes de nuestro distrito.
El Ramal Pilar se transformó en uno de los caminos centrales que impulsó el desarrollo y atrajo innumerables inversiones.
El pasado 22 de agosto se cumplieron 55 años de su creación y para recordar esa fecha y rememorar cómo cambió la fisonomía del distrito un grupo de historiadores y vecinos se reunieron a disertar sobre el hito.
En la Biblioteca Bartolomé Mitre, del centro de Pilar, tomaron la palabra Daniel Castro; Carlos Cenobio; Oscar Martini, Augusto Zamarripa y Sonia Lembeye. Juntos abordaron los principales datos históricos, cómo era el entramado urbano antes y después del nuevo camino y cómo se fue modificando la vida en comunidad.
“La historia de la Panamericana se remonta al año 1920. En Chile se reúnen varios Estados americanos pensando en la construcción de una carretera que cruce toda América desde Argentina hasta Alaska: La Panamericana”, consignó Castro.
Así, su construcción comenzó a planificarse en los años 50. Con un ramal a Tigre y otro a Pilar, manteniendo la línea troncal que pasa por Escobar.
En ese entonces, en los 50, comenzaron las expropiaciones de tierras en función de ese proyecto.
Los panelistas consignaron que la Panamericana “se fue haciendo por distintos tramos: el primero arrancó desde la Gral. Paz hasta la calle Pelliza (en el año 1955); luego en 1956 se encaró el tramo siguiente y en el año 58 se continuó hasta llegar hasta la bifurcación de los ramales Pilar y Escobar. Finalmente, en 1966 comienza el ramal Pilar”.
Para establecer el dato histórico de creación, Castro tomó una publicación de septiembre de 1970 del Diario Resumen. Sus páginas recordaban que “el 22 de agosto se habían sacado los obstáculos que impedían la circulación y se abrió al tránsito”.
“Esto genero otro impacto positivo en lo urbanístico y desde ahí comienzan a desarrollarse barrios cerrados y Pilar comenzó a vivir un importante crecimiento poblacional”, detalló Castro.
Más tarde, ya en la década del 90, se comenzó la ampliación para dotar a la Panamericana de una tercera mano, que se habilitó, con peaje, en 1996.
De allí, el crecimiento de Pilar fue meteórico, atrayendo cientos de inversiones, no solo en empresas, sino, y sobre todo, en desarrollo urbana, es decir countries y barrios cerrados.
La Panamericana, hoy comunica a gran parte de la población y si bien, a veces pareciera que ya quedó chica, su construcción puso a Pilar en la vía del progreso.