Jueves, 22 Mayo 2025 10:39

Capillas bonaerenses al encuentro del alma

Entre campos, pueblos y esquinas dormidas aparecen pequeñas capillas que se levantan con humildad, pero con una presencia que desarma.

Recorrer los caminos que atraviesan los partidos de Carlos Pellegrini y Almirante Brown es internarse en una provincia que guarda en silencio sus ritos, cruces y plegarias. Entre campos, pueblos y esquinas dormidas de invierno, aparecen las pequeñas capillas que se levantan con humildad, pero con una presencia que desarma.

Santa Marta de Bary


Las capillas no buscan deslumbrar, pero hay algo que las vuelve eternas. Quizás sea el ladrillo visto o la pintura descascarada por los inviernos, quizás los bancos de madera que crujen o el portón que apenas se abre. Lo cierto es que tienen alma.

Solitaria emerge la capilla Santa Marta, en el pueblo de Bary, a 15 kilómetros de Pellegrini. Fue bendecida en mayo de 1911 por monseñor Gregorio Romero y apadrinada por Marta De Bary de Vedoya.

En 1910, año centenario de la Revolución, llegó a Argentina la infanta Isabel de Borbón, quien fue alojada en la residencia de Teodoro De Bary, fundador de la localidad. Enterada de que éste impulsaba la construcción de un pequeño templo decidió regalarle uno de los cinco vía crucis tallados y pintados en madera existentes, una pieza única de alto valor histórico, y dos cuadros que colocaron en el momento de la inauguración.

“Es un edificio de estilo gótico protestante, emplazado en el medio de un terreno que De Bary había destinado como plaza. En su interior guarda el mobiliario que también donó su fundador y la imagen de la virgen Santa Marta considerada patrona de las amas de casa y empleadas domésticas”, señalaron desde Turismo local.

El edificio carga muchos años y sufrió el paso del tiempo, su desatención y hasta vandalismo. Aun así, mantiene su estado original en infraestructura: “El compromiso de un grupo muy reducido de fieles logró recomponer el estado del terreno, con propuestas como las tradicionales fiestas patronales o eventos sociales que atraigan a la población para solventar la existencia de esta joya histórica”, agregaron.

El Pequeño Cottolengo Argentino de Don Orione


Algunas están escondidas entre árboles. Otras al costado de una ruta secundaria, muchas están cerradas, pero se intuyen vivas. Porque alguien dejó una flor seca, una vela derretida, una cinta atada al picaporte. Señales de fe, de promesas hechas sin testigos, de historias que no necesitan ruido para ser reales, como esta capilla nacida el 28 de abril de 1935, en Claypole, a 30 kilómetros de Capital Federal.

La generosidad de terratenientes mujeres permitió crear este templo íntimo de fieles. Donaron más de 220 hectáreas. El día de la inauguración asistió el entonces presidente de la Nación, Agustín. P Justo, quien compartió la colocación de la piedra fundamental. Marcó así el inicio de un proyecto trascendental: “El Cottolengo fundado por San Luis Orione es un gran ejemplo regional de obra caritativa con inclusión social”, contó Morina Sanz, directora de Turismo de Almirante Brown.

“La capilla se erige como un espacio de amor y cuidado, alberga a pobres y personas discapacitadas, esta institución es el testimonio concreto del compromiso perdurable con el bienestar de los más necesitados” , agregó la funcionaria.

Cuando se vuelve de estos caminos, algo se trae. No souvenirs. Tampoco folletos. Se trae una sensación. De haber visitado otra época sin salir del presente. Como tocar con la punta de los dedos una parte de la Provincia que no grita, pero que sigue hablando. Las capillas de Carlos Pellegrini y de Almirante Brown no piden ser vistas. Pero si uno se detiene a mirarlas no las olvida jamás. (DIB)

 

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